Si bajas las escaleras a buscar el correo, probablemente acaparará horas de tu tiempo. Decides relajarte aquí por un rato hasta que las cosas se calmen.
A veces sientes que estás atrapado en esta habitación. Atascado, podrías decir, de una forma que posiblemente borda en lo autorreferente.
Y ahora tu compinche te está molestando de nuevo. El reloj de la amistad avanza incesablemente, ¡operando la palanquita-giratoria del acoso de forma perpetua!
Cómo sea. El tipo puede esperarse un maldito rato.